La Xtabay, leyenda Maya
Si eres un viajero que transita por la noche los caminos, puedes encontrar de súbito a una mujer increíblemente bella sentada al pie de una frondosa ceiba. Si escuchas sus dulces palabras de amor, te enamoras sin remedio de sus encantos. ¡Cuidado! Te puede embrujar y destruir cruelmente. Tu cuerpo puede aparecer al día siguiente con huellas de maltrato, mordidas y rasguños como de bestia. Es la Xtabay.
Hace tiempo, dos mujeres vivían en un pueblo de Yucatán. A una le decían Xkeban, (la prostituta). Enferma de amor y de pasión, lo que deseaba era prodigar su hermoso cuerpo a cuanto hombre lo solicitara. Su verdadero nombre era Xtabay.
A la otra la llamaban Utz-Colel, (mujer decente y aseada), a quien todos querían en el pueblo. Limpia y compuesta, jamás había cedido a ningún amor carnal, decían que no había cometido ningún pecado amoroso.
Xtabay era de gran corazón, generosa ayudaba a los demás. Humilde soportaba las humillaciones e insultos con dignidad, sin criticar a nadie. Utz-Colel, en cambio, escondía debajo de su apariencia dulce y recta a una mujer fría, orgullosa y de corazón duro.
Una vez la gente dejó de ver a Xtabay. Pensaron que andaría en otros pueblos ofreciendo su amor a los que lo pidieran. De los muchos que gozaron sus favores, sólo unos cuantos se lo agradecían, y fueron ellos, precisamente, los que fueron a su casa a buscarla. La encontraron hermosa, muerta, sola. El pueblo se llenó de un delicioso aroma de flores que venía de la casa de Xtabay. Avisaron el prodigio que estaba sucediendo.
Notificaron a Utz-Colel, pero ella sostuvo: “de un cuerpo vil y corrupto solo puede salir pestilencia, si brota perfume es obra de los malos espíritus que ayudan a las mujeres sucias para seguir provocando a los hombres aún después de muertas”. La gente le creyó y abandonaron el cadáver. Unos pocos, por lástima llevaron a Xtabay a enterrar. Al día siguiente, sobre la tumba aún fresca, crecieron miles de flores discretas, hermosas y aromáticas. Esta flor se llama Xtabentún, humilde nace en la orilla de los caminos. El jugo de esta flor emborracha, como el amor de Xtabay.
Poco después murió Utz-Colel. Al entierro acudió el pueblo para llorar. Pero de su tumba brotó el olor pestilente de un cadáver putrefacto. Sobre su sepulcro nació un Tzacam cetus. Intocable, da una flor bella pero pestilente.
Pasado el tiempo la gente reflexionó; “los pecados de Xtabay habían sido de amor, se entregaba por un impulso generoso y natural, por eso ocurrió algo bueno después de muerta. Utz-Colel pidió ayuda de los espíritus malignos para regresar al mundo cada vez que quisiera convertida en mujer para enamorar con un amor nefasto porque la dureza de su corazón no conoce otro.
Esta es Xtabay, ¿o Utz-Colel? Surge del Tzacam. Cuando ve pasar a un hombre revive. Lo espera bajo las ceibas peinando su larga cabellera. Lo sigue, atrae, seduce y asesina en el frenesí de un amor infernal.
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